• Un puente entre civilizaciones: el enigma de la piedra de San Borja (Beni).
  • El objeto arqueológico de San Borja-Beni, Bolivia, es la misma figura de las líneas de (Nazca) del Perú, que difundió el 6 de diciembre de 2022 el portal Soy Beniano en Facebook.
  • El abogado beniano Raúl Ruiz Roca, director de CINDEPRO, elaboró una nota publicada en El Diario, La Paz, en la que da más pautas sobre este descubrimiento arqueológico.

Wtvonline/Prensa jueves 19 de junio de 2025.- En el corazón de la Amazonia boliviana, un pequeño fragmento de piedra ha desatado una revelación que podría transformar nuestra comprensión de las antiguas conexiones entre las culturas precolombinas de Sudamérica. La piedra de San Borja, hallada por indígenas Tsimane en el Departamento del Beni, guarda un secreto monumental: una imagen tallada que coincide con el icónico geoglifo de Las Manos de Nazca, en Perú.

“Esta coincidencia no es casual; es un grito silencioso a través de los siglos y la geografía. La piedra de San Borja demuestra que nuestros pueblos amazónicos originarios del Beni no estaban aislados. Existió contacto, intercambio, un flujo de ideas o símbolos que atravesó la implacable barrera de los Andes y la densa Amazonia, conectando la cuenca beniana con la costa desértica peruana», manifestó Raúl Ruiz Roca, el Director del Centro de Investigación CINDEPRO, y el autor de la nota publicada en El Diario (Las manos que unen Beni con Nazca. La Paz, 11 de junio de 2025).

“Una piedra diminuta, de apenas unos 7×5 cm, que se encuentra expuesta con modesta discreción en el Museo de la Casa de la Cultura de San Borja, en el Departamento del Beni en Bolivia, guarda un secreto monumental. Encontrada por indígenas de la cultura Tsimane de la zona, este fragmento de historia, tallado por hábiles manos, por una cultura amazónica milenaria que estaba asentada en nuestra tierra, en lo que ahora es el Beni, nos lanza una revelación asombrosa. La imagen tallada en la piedra coincide exactamente con uno de los geoglifos más icónicos del planeta, ‘Las Manos’ de Nazca, en el Perú”, precisa el autor de la nota.

“Las Manos” de Nazca, Patrimonio de la Humanidad desde 1994, son gigantes impresiones en el árido suelo del desierto de Sechura, al sur del Perú, que mide 52 metros de ancho por 47 de largo. Es parte de un inmenso lienzo de 80 kilómetros, donde la cultura Nazca (200 a.C. – 600 d.C.) y sus predecesores los Paracas (con diseños muchos más antiguos 500 a.C.) plasmaron su cosmovisión hace más de 2.000 años, figuras solo apreciables en plenitud desde el cielo. Un enigma perenne que fascina al mundo.

“En la piedra de San Borja, se encuentra tallado en miniatura, pero con una precisión innegable, el mismo diseño de Las Manos de Nazca, la misma configuración de dedos, la misma postura característica. Preguntándome ¿Cómo es esto posible? Esta coincidencia no es casual y me respondo a mí mismo, es un grito silencioso a través de los siglos y la geografía”, destacó Ruiz Roca en su descubrimiento.

Este hallazgo desafía la noción de que las culturas amazónicas estaban aisladas de los grandes desarrollos andinos y costeros. La precisión del diseño en la piedra sugiere un vínculo entre la civilización amazónica y la cultura Nazca, famosa por sus enigmáticos geoglifos visibles solo desde el cielo. ¿Cómo pudo una imagen de la árida costa peruana aparecer en una piedra amazónica? La hipótesis más audaz plantea la existencia de rutas de intercambio y comunicación que atravesaban la imponente barrera de los Andes y la densa selva.

El descubrimiento abre nuevas interrogantes sobre la interacción entre los pueblos precolombinos. ¿Fue un objeto de comercio? ¿Representaba un mito compartido? ¿O acaso viajeros y chamanes llevaron símbolos sagrados de un extremo a otro del continente? Lo cierto es que esta piedra es un testimonio tangible de un diálogo perdido, una evidencia de que la historia de Sudamérica es una red de conexiones más compleja de lo que imaginábamos.

Expertos en arqueología han señalado la necesidad de realizar estudios rigurosos para determinar la antigüedad de la piedra y su posible relación con la cultura Nazca. San Borja podría ser la clave para reescribir los capítulos iniciales de nuestra historia compartida, demostrando que la grandeza de nuestras civilizaciones radicó en su capacidad de trascender fronteras aparentemente infranqueables.

Este hallazgo nos invita a mirar el pasado con nuevos ojos y a reconocer que las culturas originarias de Sudamérica no solo florecieron en sus respectivos territorios, sino que también tejieron lazos invisibles que hoy comienzan a salir a la luz. La piedra de San Borja es más que un objeto arqueológico: es un puente entre mundos que creíamos distantes.

(jcrquiroga)

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