–El cuento fue dramatizado en un video por Rosario Álvarez y el propio autor del relato en locaciones conocidas en el barrio Ch’ijini como el santuario y las casas por donde recorrió la imagen a principios del siglo XX.

–Además este jueves 23 de mayo, a partir de las 21:00 el sociólogo paceño hablará sobre el “preste” (pasante) en la Festividad del Señor Jesús del Gran Poder por transmisión a través de la fanpage de Lunangel en Meta.

Wtv/prensa 22 de mayo de 2024.- A días de celebrar la Festividad del Señor Jesús del Gran Poder 2024 en la ciudad de La Paz, la plataforma La Paz Culturas difundió este martes un cuento llamado “El Tata del Gran Poder de los tres rostros”, que fue escrito por el sociólogo David Mendoza Salazar y representado en el video por Rosario Álvarez.

En el video promocional, que fue filmado totalmente en la zona de Ch’ijini, y que se difunde desde este martes en Meta, participan Rosario Álvarez como la narradora del cuento, y David Mendoza Salazar como el amauta que lee en coca en la puerta de la Parroquia del Gran Poder.

“EL TATA DEL GRAN PODER DE LOS TRES ROSTROS”

Entre las historias de las tierras del Illimani hay una que es enigmática por excelencia. Me lo contó un amauta, don Aurelio Chipana, quien allá por 1920 habitaba en la popular zona de Ch’ijini, rodeado de llamas y mulas que acudían con mercancías para que en los tambos pudieran ser la venta y el trueque.

En la calle Antonio Gallardo se alza el santuario donde a su vez está albergada la imagen de la Santísima Trinidad, de los tres rostros divinos, donde es posible ver en un lienzo del siglo XVII el rostro divino del Padre, el rostro divino del Hijo y el rostro divino del Espíritu Santo en un mismo cuerpo.

Amauta como era, don Aurelio se apostaba en el atrio del Santuario para lanzar sus hojas de coca sobre el tari y de tiempo en tiempo, y de hito en hito, clavaba sus ojos en la imagen, y entonces el miedo recorría su cuerpo; pero también una extraña atracción hacia aquella enigmática representación.

Le habían dicho que la propietaria era Genoveva Carrión, una monja que vivía allá en el Convento de las Concepcionistas, por la zona de Miraflores y que tuvo de dejar el convento porque el obispo enfadado mandó a parar el culto idolátrico y a decomisar la imagen por considerarla una representación pagana.

Así que la novicia vagó por varios años por La Paz y fue así como la imagen fue a dar a la morada de unas vecinas piadosas llamadas las Chilenas, de dudosa reputación, que recibieron a la poderosa imagen; y tiempo después la imagen fue a parar a la capilla improvisada de la familia de don Celso Mostacedo.

Don Aurelio también recordaba que había acudido a él una mujer devota, de pollera y reboso, para pedirle que mediante la coca a su vez él le pidiera unos extraños favores a la Santísima Trinidad: “Al divino rostro del Espíritu Santo, le quiero pedir por mi negocio; al rostro del Padre le pido venganza y justicia por aquella vecina a la que detesto; y al rostro del Hijo Jesús le quiero pedir bendiciones por mi hijo que está en el cuartel’.

Esta clase de historias eran recurrentes y pronto llegó a los oídos del arzobispo estas historias, quien consideró que los indios le daban mal uso a la imagen de la Santísima Trinidad. Por tanto, mandó a contratar a tres pintores para que borraran aquellos tres rostros y dejarán en su lugar uno solo.

Más cuentan que cuando ellos estaban a punto de borrar los tres rostros, de pronto en el lienzo los tres rostros y los tres pares de ojos se empezaron a mover y se quemaron las manos de los pintores. Los hombres salieron enloquecidos del santuario para no volver jamás. Solamente haciendo uso de unos extraños rezos y de agua bendita, fue posible borrar los tres rostros y dejar en el lienzo en su lugar solamente uno.

Desde entonces, se dice que cuando se acude al santuario a dejar plegarias, es posible de sentir la presencia de los tres rostros divinos, y que cautivan y despiertan devoción como lo hacen en los miles de bailarines que cada año se comprometen a bailar tres años, uno para el rostro del Espíritu Santo, otro para el rostro del Padre y otro para el rostro del Hijo.

Hasta aquí la historia porque siento que el Tata del Gran Poder me ha mirado como seguramente ha mirado a todos, quien en su profunda devoción le han profesado, la historia del Tata del Gran Poder, de los tres rostros divinos del autor David Mendoza Salazar.

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